21 marzo, 2008

Mauri, la diarrea verbal y yo I

Le pregunto a mi marido: "¿Como hacen ellos "X" cosa?"
Mauri responde: "No sé como lo hacen ellos. Sé que lo hacen al reves de como lo haciamos nosotros, pero tampoco me acuerdo de como la haciamos nosotros"

Misterio Pascual (te lo rompo igual)

Hay dos grandes misterios que por más que me reviente la cabeza en intentar dilucidarlos no llego a ningún lado.
El primero es ese eufemismo para referirnos a alguien que, por regla general, paso a mejor vida: Mientras el desubicadísimo periodista apunta con el micro a algún doliente en un funeral y pregunta (como si no supiese la respuesta): ¿Cómo se siente?
La respuesta es obvia y hasta se permitiría algún exabrupto por contestación, pero no, los dolientes, enteros y quebrados, suelen decir siempre “Era muy amigo de sus amigos”. Y pregunto: ¿Puede uno ser enemigo de sus amigos? ¿O viceversa? ¿Qué carazos significa eso? Como sea, no logro entenderlo. Ese misterio ocupa hoy mi cabeza en primer lugar.
Mi segundo gran misterio son los deseos de Felices Pascuas. Por regla general, odiamos la navidad, no vamos a misa y no le rezamos al angelito de la guarda cuando nos vamos a dormir. Regalamos ¡huevos! y nos cagamos en Dios y María Santísima si la lluvia nos arruina los cuatro días libres.
Esforzándome de sobremanera solo se me ocurre una escueta explicación. No tenemos muy claro de que van las pascuas, la único que sabemos de la Pasión es el revuelo que armó Mel Gibson con su película en arameo. No se sabe que se celebra, ni que se sufre, ni que se conmemora, ni siquiera tenemos claro qué es lo que podemos comer o no para no calcinarnos en el fuego eterno del infierno for ever and ever. No entendemos de donde coño viene el conejito de los huevos ni que tienen que ver el dichoso roedor, los huevos, la misa, las empanadas de atún y la rosca con crema pastelera y huevos duros con las tan conocidas fiestas de Pascuas.
Lo dicho, no tengo ni la más pálida idea de porque deseamos felicidad. No pedimos deseos, no empezamos nada nuevo, no recibimos regalos (los huevos no cuentan). Intento pensar en que las Pascuas son solo una oportunidad de volver a creer, en Dios, en el conejo, en quien sea, creer, simplemente creer.
Creer en las Pascuas como algo que a base de huevos y roscas alimenta la tan desnutrida Fe que nos caracteriza actualmente.
Solo un poco de Fe. ¡Cuanta falta hace!
Deseo Fe para creer y para creer en la Fe. Creer en Dios, creer en mi, en mis sueños, en mis posibilidades, en mis fuerzas de salir de los pozos en los que tan a menudo suelo caer.
¿Quién dice? Con Fe, a lo mejor soy recordado como un gran amigo de mis amigos, que aunque no acabe de entender la expresión… suena bonita. Tal vez sea solo cuestión de cómo suenen las cosas ¡Felices Pascuas suena bonito también! Y no tiene porque ser un misterio cuando las cosas suenan bonitas
Felices Pascuas les desean El Nene Girasol y compañía

17 marzo, 2008

Llueve

Hora de la siesta. Estoy tirado en un sofá azul lleno de pelos de perro. Sobre la mesa se mezclan los restos del almuerzo y los apuntes que debería estar estudiando. Una mano me rasca las pocas ganas mientras la otra pulsa automáticamente el botón “+” del control remoto hasta anclar mi mirada perdida y mi mente vacía en algún reality show vespertino. Solo escucho frases sueltas… “todo se magnifica en esta casa” o “te voy a nominar el jueves”. Intento evadirme de mi ya evadida realidad y empiezo a lanzar conjuros.
Con el pensamiento recorro la casa en busca de ingredientes para tirar a una olla negra mientras un gato de ojos amarillos y una lechuza me observan detenidamente.
- Una foto con gafas de colores
- Una cabeza hecha con migas de pan
- Una foto en blanco y negro (aunque amarillenta del tiempo)
- Un vals para la amante de un vampiro.
- Un reloj de arena con 525600 minutos
- Una gota de perfume caro
- Tres cartas
- Un rosario
- Un par de alas para volar
- Un atardecer para el alma

Mezclo. Imploro. Conjuro. Hechizo…
Llueve.
Llueve torrencialmente y compruebo que soy un brujo poderoso.
La Nena Tormenta se hizo presente.
Salgo al balcón a mojarme de la Nena. No se si estoy llorando o es ella que recorre mi perfil para volver a aprendérselo de memoria.
Frío, helado, empapado y con la casa patas para arriba sonrío porque la Nena ha venido a visitarme.
Lloro cuando compruebo que me resulta imposible abrazar la lluvia.
Lloro cuando compruebo que aunque me resulta imposible abrazar la lluvia, la lluvia si puede abrazarme a mi.
Nena Tormenta ¡Cuánto te extraño!

15 marzo, 2008

La Bruja Mala

Soy verde. Camino ante la gente como si no me importara, como si mi color fuera el común salmón pálido de los que me rodean, pero ellos lo saben, yo lo sé, soy verde y soy un poco más distinto de los demás, aunque todos nos complotemos en hacernos creer mutuamente que eso no nos importa. Intento hacer creer que mi color no me importa, que lo llevo con gracia y que hasta puede convertirse en una especie de don que me destaca, pero no es verdad ser verde es desagradable, no tiene tono esperanza, es más bien color celos, color ira, color malos recuerdos. Quiero convertir mi color en una gracia divina pero no acabo de creer en Dios y no dejo de esperar que milagrosamente aparezca un Mago Maravilloso o una Bruja Buena que me destiña.
Soy malo. Todos lo dicen y si no lo dicen, lo piensan de alguna manera. Mis bromas son pesadas, mis expresiones de cariño escasas, mis chistes son ácidos y mi honestidad suele disfrazarse de snobismo, falta e ubicación o ínfulas de superioridad.
Odio al agua. No sé nadar y no pretendo aprender. Actualmente es de agua la odiosa masa azul e inmensa que me separa de la mayor parte de lo que amo, añoro y necesito. El agua que no me toca es la que me derrite cuando necesito mojarme de un abrazo.
Crucé el mundo. Sin tener claro en busca de qué, sin tener claro los porqués y los para qués. Iluso pensar que la paz se esconde en algún punto cardinal
Creo que soy capaz e volar pero no es cierto. Siempre que vuelo no lo hago por mi mismo, en realidad es la Escoba Mágica que encontré y que me lleva a todos lados y que me levanta del piso con la gracia de hacerme creer que soy yo quien tiene el poder de desafiar la gravedad.
Estoy limitado, aunque me empecino en hablar de lo inmenso que es el futuro que se abre a mis pies. Al final, solo me quedará la Escoba Mágica y la Bruja Buena. Nadie más hará el duelo de un embrujado.
Me voy lejos para encontrar lo que tengo cerca solo en el afán de demostrar que al fin y al cabo soy una buena persona, que solo intento amar y ser amado como cualquier otro. Solo intentando explicar que si he hecho daño fue por torpeza, inmadurez y amor sin sentido y que a pesar de ello, todos nos merecemos la chance de volar.
Ojala alguien pensara alguna vez que El Lobo se comió a Caperucita porque llevaba muchos días abandonado en el bosque. Ojala alguien supiera que la buja de Hansel y Gretel estaba harta de que esos mocosos se burlaran de que no veía dos montados en un burro mientras le pisoteaban las lechugas del huerto. Ojala entendieran lo duro que resulta no ser invitada al bautismo de una princesa cuando el agobio de un castillo oscuro y solitario es tu única compañía. Ojala alguien se pusiese en el lugar de una hermanastra fea, con tantos sueños y deseos de posibilidades como tiene cualquier rubia guapa que se tercie.
Ojala alguien, alguna vez, se planteara seriamente lo duro que es ser el malo del cuento de hadas.
De una u otra forma soy la Bruja Mala del Oeste.
Todo tiene su lado bueno, si el Nene Girasol le tiene miedo a la Gitana, talvez hoy pueda asustarlo y me deje en paz una temporada.