27 febrero, 2008

You Are a Good Man, Nene Girasol


No todo se queda en He-Man, en alfajores y metidas de dedos en los ojos. Había una época en la que el Nene Girasol era feliz con otras cosas, supongo que como cualquier otro nene.
Hoy, La Bruja Buena del Oeste me sacó dos lágrimas y una sonrisa con un archivo adjunto y no puedo darme el lujo de estar triste. El Nene Girasol y yo hoy tomamos la leche tranquilos y escuchamos una canción de Snoopy...

Felicidad es encontrar un lápiz.
Es pizza con salchicha y saber decir la hora.
Felicidad es aprender a silbar y
atarte los cordones por primera vez
Felicidad es tocar el tambor en tu propia banda del cole,
es caminar de la mano.
Felicidad son dos gustos de helado,
saber un secreto, subirse a un árbol.
Felicidad son cinco ceritas de colores diferentes
Es atrapar un bichito de luz, es dejarlo libre.
Felicidad es volver a casa otra vez.
Felicidad es la mañana y la tarde, el día y la noche.
Felicidad es cualquiera o cualquier cosa que ames
Felicidad es tener una hermana
Compartir un sándwich, llevarse bien
Felicidad es cantar juntos cuando el día termina
Es aquel que canta contigo.

¡Sos un buen pibe, Nene Girasol! (a pesar de vos, a pesar de mi)

19 febrero, 2008

Objetos Perdidos


Perdí la inocencia cuando me agache a recoger un puñado de falsa moralidad.
Perdí el norte, los papeles y la razón intentando discutir con el idiota que me grita desde el reflejo del espejo del baño.
Perdí la cordura en una piscina de bolas de color por qué y para qué.
Perdí la objetividad el día que me gasté toda la plata en Fe
Perdí la paz en una habitación hirviendo en sexo, oscuridad y rock and roll y la independencia dentro de mi nevera vacía.
Perdí las ganas en un sobreesfuerzo por ganar y el optimismo en alguna página de mi diario íntimo
Perdí un muñeco de He-Man, una ortiga, una pelotita negra de goma y cinco garrapatas del Felipe, mi primer perro.
Perdí mi suerte un martes 13 y mi adolescencia un abril.
Perdí la esperanza… Pero sé donde está.
El Nene Girasol la escondió debajo de la cama y tres fantasmas la custodian mientras hacen albondiguitas con las pelusas y castillos con la ropa sucio.
Sé que es cuestión de ser fuerte, simplemente asumir que la Nena del Exorcista ya no vive ahí y tan solo meter la mano y sacarla.
No puedo ir más a la oficina de objetos perdidos, ya no me da la cara.

13 febrero, 2008

El Regreso del Nene Girasol

Me mudé. Vivo en otra casa, en otra ciudad. Tengo un teléfono nuevo y un flamante código postal que se parece a James Bond. Aun no sé como se llama mi vecina ni si podré pedirle algún día una tacita de azúcar. Sé que autobús pasa por la puerta pero no tengo muy claras todas las paradas. Aun no ha llegado la factura del teléfono a mi nombre ni me acostumbro a lo rápido que se cierran las puertas del ascensor. Cosas lógicas y normales de cualquier mudanza, supongo.
Me decido a desempacar mis cada vez mas escasas pertenencias, saco mis libros, mis fotos, mis cuadernos y la única muñeca de porcelana que he decidido conservar.
Al fondo de la inmensa caja de cartón hay otra más pequeñita sellada con una etiqueta escrita por mi.
“Nota a mi mismo: No abras esta caja”
Instalé el DVD sin leer las instrucciones, camino por la ciudad sin mapa y nunca cumplo mis propósitos de año nuevo. Rompo la notita con la misma actitud con la que enciendo todos los días el último cigarrillo de mi vida.
Como la cajita del pitufo bromista, la explosión me deja la cara chamuscada en la expresión de la certeza de haber cometido una estupidez.
De dentro de la caja saltaron los tres fantasmas de mi armario, mi almohada susurrante, el espejo del baño y el mapa con el puntito rojo de “usted esta aquí”. Todos y cada uno de ellos comandados por el Nene Girasol.
Se quedó paradito en el parquet, se metió torpemente el último trozo de alfajor de maizena en la boca (por temor a que le pida) y escupiendo miguitas se rió de mí. Se restregó los ojitos siempre tristes, acomodó su capa de super-girl hecha con una bolsa de basura y adoptando una postura más escénica y me dijo:
“Me hiciste perder el capítulo de He-Man en el que se le rompe la Espada de Poder. Estoy enojado y por eso, no solo no te voy a convidar palitos de la selva sino que me voy a quedar aquí hasta que juntes el coraje de sentarte conmigo a tomar la leche”
Cambian los códigos postales, los nombres de los vecinos, las calles y las enfermeras, pero el Nene Girasol no cambia. Sigue reclamándome eso que no sé que es que le hice perder y me guste o no, tanto él como yo necesitamos recuperarlo para poder ver He-Man tranquilos, sin quitarnos los alfajores y si llamarnos maricón cuando pisamos raya jugando a la rayuela.
El Nene Girasol volvió y aunque trae una bolsita llena de tristeza creo que en parte me alegro. Las tristezas pueden ser como caramelos “media hora”, son objetivamente feos pero dejan una sabor especial cuando se acaban.
Con la cara sucia de la explosión me siento a ver He-Man, pelo mi primer caramelo y aquí voy otra vez.