18 mayo, 2009

Colores


El Nene quería pasarse la vida coleccionando colores. Pretendía capturar todos los matices posibles, guardarlos en la cartuchera de He-Man y reservarlos para aquel día en que finalmente se decidiera a dibujar lo único que sabe dibujar: un payaso petiso y gordo, con una inmensa nariz roja y unos zapatos rotos de cordones.
No quería colores simples, no le alcanzaban los verdes del paraíso de la calle Ameghino y del pasto de la plazita Las Heras. No le convencían del todo el azul del cielo ni el de los ojos de la señorita Noemí. Y entonces pasa lo que pasa: el Nene mete lo poco y nada que tiene en su mochilita celeste de la escuela y sale a buscar colores.
Camino lo incaminable, cruzó lo incruzable y descubrió lo indescubrible. De a poco, con más o menos ganas, fue recolectando colores hasta que consideró que ya era suficiente.
Pintó el payaso y le quedó hermosísimo y lamentó no tener cerca de la señorita Noemí para que le pusiera una estrellita en su dibujo. Con la satisfacción del trabajo bien hecho guardó el payaso, que casualmente encontré ayer.
Los bordes negros se habían difuminado y todo los colores se habían mezclado, el payaso no era más que un manchón de de acuarelas sucias, viejas e indefinas.
Es de público conocimiento que el Nene y yo no nos llevamos muy bien, pero aun así no creo que ningún niño se merezca que le digan ¡Que feo tu dibujito! Aun así, con respeto y tacto lo siento en mis rodillas y le explico:
Te felicito por tu colección de colores, sé lo mucho que te ha costado conseguirlos pero creo que hubo algo que no te dijeron y que ya, como sos todo un hombrecito, es hora de que lo sepas: el Príncipe azul, el verde esperanza, la vida color de rosa y el rojo pasión… Todos esos colores: destiñen.
Hubo un instante de silencio, un segundito en el que decidí esperar su llanto para consolarlo, pero como siempre, el Nene acaba por sorprenderme.
-¿Y?- Me responde
- ¿Sos acaso tan obtuso como para no distinguir el octavo color del arco iris? ¿No eres tan siquiera capaz de admirar lo inmensamente preciosa que es la escala de grises?

- Andate a la mierda-
No se me ocurrió nada mejor que decirle

06 mayo, 2009

No soy gay ¡Soy maricón!


No me van las historias de “gay reivindicativo”, pero encontré esté texto que me pareció coherente, claro y honesto y como sabemos que esas cosas no abundan he decidido publicarlo. Aclaro, eso si, que en absoluto me pertenece, está extraído de un grupo de Facebook de gaybarcelona.com

¿Estás harto de que te cataloguen con una etiqueta que no tiene nada que ver contigo?
Ser maricón significa amar a personas de tu mismo sexo, y punto.
No es un way-of-life en el que lo han convertido algunos medios, grupos o personas.
Ser maricón significa que te vistes con lo que te apetece o encuentras más a mano, no con las marcas que te obligas a comprar para no sentirte fuera del rebaño, ni poniendo a parir a los que no siguen tus modas ni tus caprichos.
Ser maricón significa salir a la calle a luchar por unos derechos que como ciudadano no tienes, aunque probablemente no tengas ninguna intención de ejercerlos, como por ejemplo, casarte.
Ser maricón significa ver, leer, observar o criticar películas, libros, artículos y exposiciones y convertirse en un firme fan, defensor o detractor de ellas por el simple motivo de su calidad artística o intelectual, y no por el pasajero hecho de que salen dos chulazos comiéndose la boca o media docena de tíos buenos en pelotas. Lo mismo sirve para los personajes públicos, famosos o políticos.
Ser maricón significa que me si me apetece compro, alquilo o me descargo porno, lo miro y cuando hablo con mis amistades lo digo en voz alta...
¡SI, SEÑORAS, nos gusta el porno! Y no lo escondemos cuando vienen visitas a casa.
Ser maricón significa respetar a todos independientemente de como se definan y de la edad que tengan. Hay que respetar a los mayores que nosotros porque gracias a SU activismo tu puedes ahora ir por la calle cogido de la mano con tu pareja. No respetarlos es menospreciar los enfrentamientos, luchas y logros que consiguieron para ellos y para nosotros. Especialmente porque muchos de ellos no llegaron ni siquiera a tiempo de disfrutarlos.
Ser maricón es tener memoria, y no tildar de “locas”, “plumíferos” o “fuertes” a las personas que, pintados como una puerta, han luchado por nuestros derechos, ya que mal que mal, sin ellos hoy no seríamos nada.... Ni las musculocas, ni los gays de rombos y mocasines que van a misa.
Ser maricón es respetar a travestis y personas transexuales, porque es gracias a ellos que tenemos un Dia del Orgullo Gay, pues fueron las primeras que se cabrearon y embistieron contra la policía en Stonewall hace ya 40 años (y normalmente continúan siendo las primeras en cabrearse cuando algo nos afecta). Es ilícito convertir un acto de reivindicación y recuerdo en un show de colorines flower-power absolutamente despolitizado y, lo peor, mercantilizado y orientado de forma . Para eso ya tenemos Carnaval, que es muy divertido.
Respetar la pluma de los demás porque tu, GUAPA, que tanto criticas, también la tienes. Y mucho. Y a mi me da igual que tengas, pero no me toques los cojones.
Ser maricón es mucho más que sauna, disco, Ibiza, viajes, músculos, ropa de marca...
Es ser consecuente, y ¡por la puta! ¡que somos muy pocos de esos!