16 octubre, 2008

Tus Recompensas


Te ganaste el cielo por aquellas mañanas en las que me animaste a bajar al mundo, y la luna y las estrellas por las noches sin dormir que pasaste llorando por mis causas.
Te ganaste mil desayunos en la cama por todas esas veces que, estando yo sin fuerzas, me diste de comer en la boca.
Te ganaste veinte bolsas de carcajadas por cada una de las imitaciones de osos y comadrejas que hiciste para hacerme reír aun a pesar del sacrificio de tu miedo al ridículo.
Te ganaste mil sinfonías, diez mil acordes y un millar de melodías por todas esas canciones que cantaste conmigo en autobuses, lavaderos y calles lluviosas cuando sólo entendía la música silbada bajito y en soledad.
Te ganaste el don del dibujo por ser la única persona capaz de recordar mi cara de memoria, exacta en cada arruga, gesto y cicatriz y aun a pesar de eso ser hermoso en tus trazos.
Te ganaste un batallón de ángeles en el mismo momento en el que fuiste capaz de desprenderte de tus alas obedeciendo a mi necesidad de volar.
Te ganaste un atardecer para tu alma cuando supimos que veríamos juntos el anochecer de nuestras vidas.
Te ganaste las fragancias más hermosas, las miradas más profundas, la más maravillosa música, la más infinita paleta de colores, la más fresca de las aguas, el abrazo mas fuerte, el beso más puro, el amor más incondicional.
Te ganaste cada uno de mis años, de mis días y de mis segundos, de mis instantes fugaces de necesitarte y de mis momentos eternos de extrañarte.
Te ganaste, embolsada entre las palmas de mis manos, mi vida entera. Te la ganaste en el mismo momento en el que me salvaste, ése momento en el que me enseñaste que sí, que era posible que alguien como vos quiera compartir su vida con alguien como yo. Te ganaste mi aire cuando me enseñabas lo valioso que es respirar la mayor cantidad de veces posible.
¡Te ganaste un feliz cumpleaños, Nena Tormenta!

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