13 febrero, 2008

El Regreso del Nene Girasol

Me mudé. Vivo en otra casa, en otra ciudad. Tengo un teléfono nuevo y un flamante código postal que se parece a James Bond. Aun no sé como se llama mi vecina ni si podré pedirle algún día una tacita de azúcar. Sé que autobús pasa por la puerta pero no tengo muy claras todas las paradas. Aun no ha llegado la factura del teléfono a mi nombre ni me acostumbro a lo rápido que se cierran las puertas del ascensor. Cosas lógicas y normales de cualquier mudanza, supongo.
Me decido a desempacar mis cada vez mas escasas pertenencias, saco mis libros, mis fotos, mis cuadernos y la única muñeca de porcelana que he decidido conservar.
Al fondo de la inmensa caja de cartón hay otra más pequeñita sellada con una etiqueta escrita por mi.
“Nota a mi mismo: No abras esta caja”
Instalé el DVD sin leer las instrucciones, camino por la ciudad sin mapa y nunca cumplo mis propósitos de año nuevo. Rompo la notita con la misma actitud con la que enciendo todos los días el último cigarrillo de mi vida.
Como la cajita del pitufo bromista, la explosión me deja la cara chamuscada en la expresión de la certeza de haber cometido una estupidez.
De dentro de la caja saltaron los tres fantasmas de mi armario, mi almohada susurrante, el espejo del baño y el mapa con el puntito rojo de “usted esta aquí”. Todos y cada uno de ellos comandados por el Nene Girasol.
Se quedó paradito en el parquet, se metió torpemente el último trozo de alfajor de maizena en la boca (por temor a que le pida) y escupiendo miguitas se rió de mí. Se restregó los ojitos siempre tristes, acomodó su capa de super-girl hecha con una bolsa de basura y adoptando una postura más escénica y me dijo:
“Me hiciste perder el capítulo de He-Man en el que se le rompe la Espada de Poder. Estoy enojado y por eso, no solo no te voy a convidar palitos de la selva sino que me voy a quedar aquí hasta que juntes el coraje de sentarte conmigo a tomar la leche”
Cambian los códigos postales, los nombres de los vecinos, las calles y las enfermeras, pero el Nene Girasol no cambia. Sigue reclamándome eso que no sé que es que le hice perder y me guste o no, tanto él como yo necesitamos recuperarlo para poder ver He-Man tranquilos, sin quitarnos los alfajores y si llamarnos maricón cuando pisamos raya jugando a la rayuela.
El Nene Girasol volvió y aunque trae una bolsita llena de tristeza creo que en parte me alegro. Las tristezas pueden ser como caramelos “media hora”, son objetivamente feos pero dejan una sabor especial cuando se acaban.
Con la cara sucia de la explosión me siento a ver He-Man, pelo mi primer caramelo y aquí voy otra vez.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Que bueno que se haya desperatdo el Nene!¿O no?

Anónimo dijo...

Me alegra que los nene girasol existan. Y también que digan las cosas a su manera. Creo que no va a detenerse hasta que te sientes con él a tomar la leche y tal vez haga bien. No se que va a resultar de eso. Sólo se que es un nene que necesita ser escuchado.